Dejar de beber | Tao Qian 陶潛

Mi casa está donde se apaga la ciudad. Despreocupado y solo, espero, luego camino y me siento en la sombra de los altos árboles. Mi camino termina en la puerta de maleza. El mejor gusto está en llenar mi boca con verduras de la huerta. Mi mayor alegría se detiene junto a mi hijo menor. En toda mi vida nunca he dejado de beber. Nunca estoy feliz cuando paro. Si me detengo por la noche, no puedo dormir bien; si me detengo por la mañana, no puedo levantarme. Todos los días de mi vida he intentado dejar de beber.

Escape | Elinor Wylie

Escape Cuando los zorros acaben con las uvas doradas y el último antílope blanco sea asesinado, dejaré de pelear y me escaparé a una pequeña casa construida por mí. Pero primero me reduciré al tamaño de un hada, con un suspiro que nadie comprenda, haciendo lunas ciegas de todos tus ojos y caminos embarrados de tus manos. Y puede que me busques en vano entre las raíces de los manglares, o bajo la lluvia con aroma a manzana, donde los plateados panales cuelgan como frutas.

paliacate

El Paliacate una tradición que nos regaló Irán. El paliacate está presente desde los inicios de México como la representación y resistencia en la actualidad, hay una teoría sobre su nombre en primer lugar, hay quienes dicen que proviene del español «pal» (síncope o reducción de “para él”) y del náhuatl «yacatl» (nariz). ¿Y cómo llegó a México? Aunque muchos lo hemos olvidado, durante el virreinato México y Filipinas estuvieron bajo un mismo gobierno. Esto se tradujo en una ruta comercial con un intenso intercambio cultural. Gracias a ello México heredó objetos como la seda, cerámicas y el paliacate. A cambio nosotros les regalamos el zapote, los tamales y la Virgen de Guadalupe. Podemos encontrar está forma importante que parece una gota, pero no lo es, aunque generalmente es conocido como Cachemira en honor a esta región de Pakistán, su verdadero nombre es boteh y es de origen persa. Según los estudiosos, el boteh es una forma estilizada de representar el ciprés, un árbol que en la antigua religión zoroastriana era símbolo de vida y eternidad. Hasta hace poco el pañuelo era un aliado indispensable para limpiarse el sudor durante las jornadas de trabajo, un pañuelo para la nariz, un recuerdo de las novias y la elegancia de los caballeros. También ha sido símbolo de resistencia, un arma poderosa que tiene escrito en mayúsculas "Aún estamos aquí, y resistimos" un símbolo de patriotismo y hermandad, firmeza y carnalismo. El paliacate se lo gana uno, un elemento importante de cultura e historia no puede ser portado ante la ignorancia o por verse "chingón", portas la herencia de generaciones y generaciones de guerreros y valientes que dieron su vida por sus principios.

"SAN FRANCISCO", LA CANCIÓN QUE SE VOLVIÓ UN HIMNO DE LA CONTRACULTURA HIPPIE

El nacimiento de lo que se llamó movimiento hippie vino dado por los jóvenes universitarios de clase media, producto de los años de esplendor del capitalismo norteamericano, y se convirtió en un sujeto político efímero que se abalanzaba contra los valores de una sociedad conservadora. El autoritarismo y el belicismo del Gobierno estadounidense resonaban como queja común, así como una intención de cambiar el establishment y construir un mundo nuevo. El rechazo del autoritarismo moral dio paso a la libre expresión «vivir libremente sin represiones, escoger íntegramente el modo de existencia de cada uno» El movimiento hippie representó una nueva forma de ver la vida, una antítesis a la vida que habían llevado sus padres. Representó una nueva sensibilidad que utilizó como herramientas para su realización personal y grupal el rock, las drogas, el pacifismo, la libertad sexual, el desprendimiento material y el orientalismo, basado en la consigna «paz y amor». Hay que tener en cuenta que la revolución hippie no hay que buscarla solamente en el terreno de la política, sino también en el campo de las costumbres y tradiciones; para empezar, con el rechazo de la familia como epicentro de la sociedad y su sustitución por la comuna. «Una asociación donde reinaba la libertad, el mutuo acuerdo y el amor libre, una asociación donde no hay jerarquías ni imposiciones, en la que los hijos son de todos, porque el principio mismo de la propiedad privada (sea referido a personas u objetos) carece de sentido» Al florecer esta contracultura nuevos grupos de música emergieron como los de Jimi Hendrix, Janis Joplin o Jim Morrison; ellos convirtieron en consigna juvenil la expresión «vive rápido, muere joven». La representación de este movimiento contracultural quedó plasmada en el imaginario colectivo gracias a tres momentos clave. El primero fue el denominado verano del amor de 1967 y desarrollado en San Francisco, ciudad del estado de California, que se originó como centro del movimiento hippie. Ese mismo verano, en otra ciudad california, se celebró el primer gran festival de la contracultura, en Monterrey, donde contó con la presencia de artistas como The Who, Janis Joplin, Ravi Shankar, Otis Redding… Entre los asistentes a dicho evento se calcula entre 55.000 y 90.000 jóvenes. Por último, aunque no menos importante, fue el festival celebrado en el estado de Nueva York en el verano de 1969 bajo el lema «tres días de paz, amor y música». Woodstock fue reconocido como uno de los festivales más importantes de la historia del rock y congrego a más de 400.000 personas. Si tuviéramos que representar, con tan solo una canción, todo el movimiento hippie, sin duda alguna el tema seleccionado sería el que en 1967 presentó Scott McKenzie, “San Francisco”. Esta canción, escrita, grabada y puesta en venta en tan solo cinco días, se convirtió en todo un éxito, tanto nacional como internacionalmente. Fue el manifiesto de toda una generación de jóvenes, un himno inmortal que siempre será recordado y que formará parte de nuestras canciones políticas de carácter comprometido. Pasados los años, Phillips formaba parte del conjunto de The Mamas and the Papas, y Mckenzie se convertía en un trotamundos musical. Corría el mes de junio de 1967, estaba a punto de celebrarse el primer festival pop de Monterrey y las autoridades estadounidenses estaban preocupadas por una «invasión hippie» en su localidad, ya que consideraban que la ciudad no tenía los medios para poder realizar un espectáculo de tal envergadura. Al encargado de organizar dicho festival, John Phillips, se le ocurrió una idea para incentivar que todos los asistentes pasaran los días en la ciudad de San Francisco y acudieran a Monterrey exclusivamente para los conciertos. John compuso la canción "San Francisco" con el objetivo de transmitir ese mensaje en los asistentes y a su vez calmar a las autoridades. Compuesta en tiempo récord, se la entregó a su amigo Scott para que la pudiera cantar. Scott, sin apenas ningún tipo de reconocimiento musical, se convirtió, de la noche a la mañana, en uno de los cantantes más conocidos internacionalmente. Una medida de marketing comercial que pasó a ser un llamamiento para que los jóvenes norteamericanos acudiesen a dicha ciudad en nombre del amor y la paz, lo que daría lugar al denominado «verano del amor».

SOY UN HOMBRE DE LO MÁS LUJURIOSO

Soy un hombre de lo más lujurioso, y veo en tu cuerpo lo que remueve mi espíritu el que se relaciona lujuriosamente con mis manos mi pecho y mi corazón, se enreda con mis labios rotos que buscan solazarse en los tuyos. Acógeme; no soy más que un cuerpo tibio y quebrado. un fuego de lujuria, desesperado por poseer tu cuerpo y reavivar mi llama. Te abrazaré y me bautizaré nuevamente en tu carne. El verdor de las largas ramas del eucalipto cuelgan del aire a lo lejos. – las terrazas iluminadas por la luna – juegan en el orbe de la tarde en aquella área, azul y soleada en la que nos movemos La japonería del estuario de las islas en medio de una densa y ahumada atmósfera parecen soportar la fina impronta. Distinta y solitaria, de los diseño de la mente, que señalan la intimidad de un amor en el cual los días vuelan como golondrinas, una a una, desde la tenue arboleda del corazón para rastrear en lo alto las sendas de la verdad. Yo hablé y traté de decirte Yo busqué el descanso del cuerpo en gracia. Oh debí de arrodillarme en el piso y llorar, debí de rendirme al destino del cuerpo y arrodillarme. suplicarle al Dios de las horas que vino y se fue , una luminosa sombra en la sangre. He hecho mi voto temerariamente en carne y he visto En ti el pacto dorado del cuerpo. Y el espíritu se relaciona lujuriosamente con tu mano, con tu pecho y tus labios. Yo cortejo tu sacramento carnal, testamento de fe de los amantes. En el cual liberamos de nuestro cuerpo El espíritu de la inmortalidad. Ven a mí, oscuro espíritu lleno de dudas. Habita en los límites de mi mente en sus vastos anhelos de eternidad aquel desperdicio nuestro, preguntando mentiras, y nosotros, en el limbo de un amor desmembrado, miraremos sobre los cuerpos que negamos. Soy el fuego más lujurioso. Te abrazaré con mis llamas, Y luego yaceremos para descansar Nos miraremos, nos admiraremos el uno al otro en aquella hora Cuando creados nuevamente el uno por el otro Flotemos como música de humo por los aires.

si pudiera vivir nuevamente

Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios. Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solamente buenos momentos. Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora. Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano. Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría descalzo hasta concluir el otoño. Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres, y jugaría con más niños, si tuviera otra vez vida por delante.