Soy tu vida,
soy el que te lleva allí.
Soy tu vida,
soy el que se preocupa.
Ellos, ellos traicionan,
yo soy ahora tu único amigo de verdad.
Ellos, ellos traicionarán,
yo estoy siempre ahí.
Soy tu sueño, te hago real.
Soy tus ojos cuando debes robar.
Soy tu dolor cuando no puedes sentir.
Triste pero cierto.
Soy tu sueño, mente descarriada.
Soy tus ojos mientras estás ausente.
Soy tu dolor mientras tú devuelves un favor.
Sabes que es triste pero cierto.
Tú, tú eres mi máscara,
tú eres mi proteción, mi refugio.
Tú, tú eres mi máscara,
tú eres la que carga con la culpa.
Haz, haz mi trabajo,
haz mi trabajo sucio, mi cabeza de turco (scapegoat)
Haz, haz mis hazañas
porque tú eres la que está avergonzada.
Soy tu sueño, te hago real.
Soy tus ojos cuando debes robar.
Soy tu dolor cuando no puedes sentir.
Triste pero cierto.
Soy tu sueño, mente descarriada.
Soy tus ojos mientras estás ausente.
Soy tu dolor mientras tú devuelves un favor.
Sabes que es triste pero cierto.
Odio, soy tu odio,
soy tu odio cuando quieres amor.
Paga, paga el precio,
paga porque nada es justo.
Soy tu vida,
soy el que te ha llevado ahí.
Soy tu vida,
y ya no me importa.
Soy tu sueño, te hago real.
Soy tus ojos cuando debes robar.
Soy tu dolor cuando no puedes sentir.
Triste pero cierto.
Soy tu verdad, contando mentiras,
soy tus razones, coartadas..
Estoy dentro, abre los ojos.
Soy tú.
Triste pero cierto.
Arcano cero
entre las llamas frías de la tarde azulada
veía de la mar el cielo y sangre en la rosa
caligrafía o imagen, ideograma del silencio
mi sangre entro de golpe a la escritura
por esa voz de Dios que en lo obscuro
llama Samuel y canta David
fui u infante ritual de los altares
el espíritu gravitaba sereno
cegado por el aroma del incienso
contrastes del mármol y el vino,
la túnica, negra el pan dorado.
El el transito del coro que mece la nave
que anima la pagana flor del vicio.
Artista entre espejos de cantina.
Alquimista del álgebra y del alma,
cuando me impulsaron el diez
solo alcance a ver el cero
el gong del vacío,
salte:
Arrojando al viento desde el arco sagrado de los sentidos
mi llama ardió un lascivo verano
donde el azul desplegaba
un blanquisimo pueblo de palomas.
Me embriague con el vino de un otoño enfermo.
Llego el invierno beodo de miseria.
Giraba en la invisible corriente de la intemperie,
ungido por el lácteo brillo del farol
que serpea sobre el fango de la noche,
como la estela de alcohol del padre
y el cirio orgulloso de la oración de la madre.
Encontré el pecado: un fetiche cristiano.
El bien una quimera.
El ritmo es un caballo desbocado
y sus crines escriben
la cifra de la pasión en el aire.
El espíritu es un espejo convexo.
La nada un silbido del ser.
Bufón y arlequín en caravana de circo
entonces huí al trópico.
Allí, el turbio zumbido del sol,
entre olas de risa y flores del mal.
Eros fue la visión de un salto de espuma.
Hija de la memoria y el sueño.
Inventar un nombre es delicia
y su sonido cuerpo, beso de la luz en la sangre.
Adolescencia que templa la fiebre y la simetría.
Allí también junto a una raza guerrera
las consignas fueron acústicos patíbulos,
delirios de la razón que al déspota engendra,
lenguajes que atascan la lengua y la duda,
constantemente criaderos de malaria mental.
Encandila la libertad, la traición,
el ebrio sacerdocio de la moral y el poder.
Trueno de armas, ruido de muerte,
dispositivos de la historia y de la histeria.
Sin embargo allí encontré
el origen de una mezquina descendencia.
Regrese hacer sombra dantesca de la ciudad.
A llamar río un lecho de piedras
como el asalariado que dice ganar la vida.
Dejando tras de mi la estela de un murmullo,
al caos de un no se que que queda balbuciendo.
Pero el vacío de nuevo me enamora.
El ojo destalla contra el cielo
y en su fondo con vértigo
estalla el relámpago de una mujer desnuda.
Su cabellera desatada se derrama en mi cuerpo,
al ritmo de un cabriolar sensitivo y violento.
Gira el carrusel del cero y sigue sonando el mar.
Esta arriba o abajo es lo que menos importa.
Nunca me siento solo en el oleaje de la escritura.
Nada quiere mi llama hacia la otra orilla.
El arsenal del cuerpo es una inteligencia mística.
Los sentidos son plenos frente al tiempo:
cantar, respirar, bailar escuchar, besar y ver.
Siempre serán los verbos del presente eterno.
Samuel Noyola
no voy a dejar de intentarlo solo porque solo porque estoy herido, yo se caminar derramando sangre, yo se bailar en el infierno, yo se volar agonizando, yo se arder bajo la lluvia. Yo soy lo que me sucede, yo soy lo que le sucede a todo.
Haciendo memoria desde la niñez puedo recordar las infinidades de veces en que me decían cuídate de los extraños, no le recibas nada a nadie, el monstruo está afuera, extrañamente aunque es un instinto de supervivencia con el tiempo se convierte en un estilo de vida, afuera están los monstruos que te pueden comer.
¡Ay! que lástima que olvidaron enseñarme que a veces el monstruo era yo y que de ese debía cuidarme mucho más que de cualquiera que estuviera afuera, ¡sí ese monstruo que se autosabotea!, no, no me dijeron nada él, por lo tanto durante mucho tiempo era un desconocido para mi, un enemigo oculto que estuvo creciendo poco a poco hasta que encontró el día y la hora perfectos para salir y entonces hizo estragos y como nunca supe de él no pude enfrentarle como a los monstruos de afuera.
Humanos al fin y al cabo, siempre cuidandonos de lo que nos rodea y olvidando que la verdadera guerra se libra en nuestra cabeza, tristemente no siempre somos caperucita, a veces nos transformamos en el lobo feroz y cuando sale la luna perdemos el control.
Mi querido lobo, quien diría que terminaría siendo solo yo, viejo amigo había olvidado que de niños nos presentamos y jugamos saltando de emoción en emoción, perdona olvide que aunque das miedo solo querías que fuéramos amigos, que te abrazara de vez en cuando y te presentara ante todos como parte de mi.
Mi lobo feroz hagamos las paces, nunca quise olvidarme de ti, solo que mi enfoque se centro en poner muros a los lados pensando que el monstruo viene del exterior y por eso terminaste también atrapado conmigo en un cuarto oscuro y ni siquiera tuve en cuenta que sufrimos de claustrofobia.
Ay lobito mío estabas tan asustado como yo, no te preocupes aunque otros no entiendan, fue mi culpa encerrarte y no dejarte salir, por temor a decepcionar a otros olvide que yo también podía sentir.
Hagamos las paces, no fue tu culpa, tu solo querías salir y bueno te emocionaste un poco cuando baje la guardia y saliste abruptamente decepcionando a los que no sabían de ti, pero no te preocupes con el tiempo entenderán que aunque no somos perfectos tenemos mucho para dar, claro de vez en cuando nos vamos a equivocar, ¿pero quien dijo que jugar al lobo salí no debía asustar?.
Mi lobo feroz recuerda que no siempre debemos estar en control, quienes se queden tendrán que entender que tu y yo somos uno y no te puedo volver a esconder solo para pretender ser fuerte, eso no nos hace menos únicos mi lobito feroz, a veces te pintas de arcoiris y otras negro es tu color, pero en todas tus etapas seguimos siendo uno solo tu y yo, no tengo porque ser siempre la chica fuerte, así que que puedes salir, sal de ahí lobito emociones, sal de ahí que de ahora en adelante nos vamos a divertir.
Sharik Medina
Huid, hermanos, de la hiriente contaminación que os envenena,
de ese ruido inútil y estruendoso que trepana vuestros tímpanos,
de la prisa constante que os esclaviza,
del «stress» —digo cansancio—,
del monstruo insaciable de hormigón y chatarra,
del inmenso tentáculo mecánico,
de las multitudes informes,
del autobús, del metro, del semáforo,
de la trampa del «confort» que os enferma.
Huid de la confusión y el «surmenage»,
del hombre sin nombre,
de las etiquetas absurdas,
de los carnets de identidad
y del no ser.
Huid de la terrible sociedad de consumo,
de las letras de cambio, de las ventas a plazos,
de las fraudulentas rebajas de los grandes almacenes,
también de las grilleras con ascensor
y de los hormigueros con treinta pisos.
Huid de la angustia y del cansancio,
de la vida programada, del reclamo publicitario y reiterativo,
de los inexorables relojes sin pausa
y de esa amante oscura y cotidiana que se llama soledad.
Porque es hermoso el paraíso de los bosques
y los amaneceres de las cumbres nevadas,
el continuo nacer y morir de la mar, en olas,
y el horizonte sin fin —casi cielo— de las llanuras con sol.
Y no hay nada comparable con el diálogo del lago cuando amanece,
o con esa cal de los pueblos chicos, preñados de infancia,
en cuya tierra casi siempre está enterrada tu placenta
(esos lugares donde tú eres Pedro o Miguel,
y no es preciso más que tu rostro para reconocerte o para amarte).
Porque tú sabes muy bien que eres la ola azul
y río tranquilo y árbol y montaña
y llanura también —copo de estrellas—.
O [uno de] esos niños que juegan en la era —canicas, tabas—
ahora que son las seis en punto de la tarde
y aquel nido caliente de la escuela
quedó vacío y melancólico.
creo en lo desconocido que Dios personifica,
probando por el propio ser por la inmensidad
ideal sobrehumano de la filosofía,
perfecta inteligencia y suprema bondad
creo en el infinito que el finito proclama;
creo en la razón que no se debilita;
creo en la esperanza y he adivinado el alma,
sentando que el amor desprecia la muerte
creo que el ideal para nosotros se realiza
en los hombres con amor, espíritu y bondad;
justos de todos los tiempos, vos soy mi iglesia
y mi dogma tiene que ser la universalidad
creo que el dolor es un esfuerzo, para nacer
que mal es para nosotros la sombre o el error del bien;
que el hombre trabajando debe de conquistar su ser,
que el bien es el amor y que Satan no es nada
creo que la misma esperanza vive bajo todos los símbolos,
que el mundo tiene por ley la solidaridad;
yo derroco el altar de todos los ídolos,
pronuncio dos palabras justicia y verdad.
Creo que por el derecho el deber se mide,
de la que jamas nuestro error abusa impunemente;
el mal hace al pensamiento activo y vigente
pero el es el remedio y no el castigo
creo que la muerte desgarrando los velos,
la ignorancia y el error de sombras son de las estrellas
de las que el bien radiante es el centro eterno.