SOY UN HOMBRE DE LO MÁS LUJURIOSO

Soy un hombre de lo más lujurioso, y veo en tu cuerpo lo que remueve mi espíritu el que se relaciona lujuriosamente con mis manos mi pecho y mi corazón, se enreda con mis labios rotos que buscan solazarse en los tuyos. Acógeme; no soy más que un cuerpo tibio y quebrado. un fuego de lujuria, desesperado por poseer tu cuerpo y reavivar mi llama. Te abrazaré y me bautizaré nuevamente en tu carne. El verdor de las largas ramas del eucalipto cuelgan del aire a lo lejos. – las terrazas iluminadas por la luna – juegan en el orbe de la tarde en aquella área, azul y soleada en la que nos movemos La japonería del estuario de las islas en medio de una densa y ahumada atmósfera parecen soportar la fina impronta. Distinta y solitaria, de los diseño de la mente, que señalan la intimidad de un amor en el cual los días vuelan como golondrinas, una a una, desde la tenue arboleda del corazón para rastrear en lo alto las sendas de la verdad. Yo hablé y traté de decirte Yo busqué el descanso del cuerpo en gracia. Oh debí de arrodillarme en el piso y llorar, debí de rendirme al destino del cuerpo y arrodillarme. suplicarle al Dios de las horas que vino y se fue , una luminosa sombra en la sangre. He hecho mi voto temerariamente en carne y he visto En ti el pacto dorado del cuerpo. Y el espíritu se relaciona lujuriosamente con tu mano, con tu pecho y tus labios. Yo cortejo tu sacramento carnal, testamento de fe de los amantes. En el cual liberamos de nuestro cuerpo El espíritu de la inmortalidad. Ven a mí, oscuro espíritu lleno de dudas. Habita en los límites de mi mente en sus vastos anhelos de eternidad aquel desperdicio nuestro, preguntando mentiras, y nosotros, en el limbo de un amor desmembrado, miraremos sobre los cuerpos que negamos. Soy el fuego más lujurioso. Te abrazaré con mis llamas, Y luego yaceremos para descansar Nos miraremos, nos admiraremos el uno al otro en aquella hora Cuando creados nuevamente el uno por el otro Flotemos como música de humo por los aires.

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