año cero

los perdedores, como los autodidactas, tienen siempre el conocimiento vasto que los los ganadores. Si quieres ganar tienes que saber solo una cosa y no perder el tiempo en saberlas todas; el placer de la erudición esta reservada a los perdedores. Cuando masa sabe uno es el que peor le han ido las cosas

todo es muy simple

todo es muy simple mucho mas simple y sin embargo aun así hay momentos en que es demasiado para mi en que no entiendo y no se si reírme a carcajadas o si llorar de miedo estarme aquí sin llanto sin risas en silencio asumiendo asumiendo mi vida mi transito mi tiempo.

la bicicleta

Hablemos del tiempo que pasa y nos oxida como flores ya chatarra ya humo en el pulmón La naranja del abuelo está quieta como una primavera sus ojitos de perro flaco miran a ver quién pasa y luego el espíritu de lo irreconocible el mar factible lejos de la duda un dominó de pájaros desde los cables que forman planetas y se comparan con lo irrebatible cadencias de poesía mohosa como las piedras de un río haciendo ruidos en zigzag Oh, qué preciado es el AMPLIO reportaje a uno mismo mientras la tarde muere con olor a lluvias desvanecidas

Remigio da Varagine,

Remigio da Varagine, ¿Niegas tu la confesión que ha hecho tu cómplice? -No…no la niego. ¡Estoy orgulloso de ello! En los doce años que llevo aqui no he hecho nada más que llenarme la barriga, aumentar mi vileza y arrancar los diezmos a los campesinos hambrientos. Pero ahora vos me habéis dado la fuerza para recordar aquello en lo que en otro tiempo creí con toda mi alma. Y por ello os doy las gracias. -¿Para recordar que cruelmente saqueabas y quemabas las propiedades de la iglesia? -¡¡Si!! ¡Para devolvérselas al pueblo! ¡A quien vosotros se las habíais robado anteriormente! -¿Y no asesinaste así mismo a Obispos y Sacerdotes? -Si… ¡Os mataría a vosotros Si tuviera esa oportunidad!”

Club de la Pelea

"Veo mucho potencial, pero está desperdiciado. Toda una generación trabajando en gasolineras, sirviendo mesas, o siendo esclavos oficinistas. La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos, no hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine, o estrellas del rock. Pero no lo seremos, y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy encabronados".

El aquelarre

El aquelarre o sabbat es la forma genérica de denominar a la agrupación o reunión de brujas y brujos para la realización de rituales y hechizos, bien como creencia religiosa precristiana o neopagana, o bien aceptado en escritos cristianos como actos de invocación y adoración a Lucifer. Este término tiene su origen en la palabra vasca «akelarre» que significa campo o tierra de cultivo. También se emplea ampliamente en las obras de ficción y fantasía para definir a los clanes o grupos brujescos que se juntan para efectuar ceremonias mágicas y encantamientos, tanto benévolos como maléficos Tanto el diccionario de Espasa como el de Santillana, así como la enciclopedia Larousse, definen la palabra simplemente como una congregación de brujas y brujos,[7]​[8]​[9]​ mientras que el Diccionario de la lengua española acepta únicamente el término como reunión nocturna de brujas y brujos presidida por Satanás que generalmente se presenta en forma de macho cabrío,[10]​ acepción coincidente con la veneración diabólica aportada desde el cristianismo.[6]​ Si bien miles de personas fueron ajusticiadas bajo la acusación de haber participado en estos encuentros luciferinos, solo han llegado hasta nosotros las actas acusatorias; no han sobrevivido pruebas de que estas reuniones realmente se hayan realizado. No obstante, y de seguir con la teoría que insiste en la veracidad de este tipo de sabbats o aquelarres, su época de apogeo parece haber tenido lugar entre fines de la Edad Media hasta el siglo XVIII. A partir del siglo XIX, muchas brujas, médiums y sacerdotisas emplearon la palabra coven, para organizar sus encuentros en vez de aquelarre. Se suponía que la palabra coven era una palabra mágica que potenciaba las reuniones y protegía a sus miembros. Según grimorios de la época, esta palabra fue dada a las brujas por un ser mágico que se comunicaba con Sarah Stewart Watson. Luego, estos textos y libros de alta magia pasarían a manos de Gerald Gardner, quien fundaría la wicca en el siglo XX. Fueron seguidores de Gardner quienes volvieron a utilizarla, sacándola del olvido para exponerla como palabra clave de la wicca moderna