la bicicleta

Hablemos del tiempo que pasa y nos oxida como flores ya chatarra ya humo en el pulmón La naranja del abuelo está quieta como una primavera sus ojitos de perro flaco miran a ver quién pasa y luego el espíritu de lo irreconocible el mar factible lejos de la duda un dominó de pájaros desde los cables que forman planetas y se comparan con lo irrebatible cadencias de poesía mohosa como las piedras de un río haciendo ruidos en zigzag Oh, qué preciado es el AMPLIO reportaje a uno mismo mientras la tarde muere con olor a lluvias desvanecidas

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