El mal trago de la despedida, el dulce sabor del olvido, la libertad alcanzada cuando el pasado ya no tiene cupo.
Nunca vas a entender cuanto amor me costo dejarte ir
En la cultura Cherokee, las mujeres podían decidir ser guerreras o esposas. Si optaban por esto último, eran ellas quienes elegían al interfecto, y si lo deseaban, podían pedir un tiempo para vivir con él, antes de la ceremonia de boda y ver si "daba el ancho" como proovedor.
Una vez casada, si querían divorciarse, solo tenían que dejar las pertenencias del ñor en la entrada, no tenían que justificarse y ellas mantenían la misma honorabilidad ante la sociedad. Nadie le pedía explicaciones, ni siquiera el marido, a ese nivel confiaban en la justicia femenina; ninguna de ellas tomaba estas decisiones a la ligera, justamente en ellas recaía este peso porque a la mujer se le consideraba justa, sensata, prudente e inteligente.
El rol de "ama de casa" era importantísimo y respetado porque la familia era la unidad social predominante y solo las mujeres eran aptas para estar al frente, esto les daba poder económico, social y político, incluso en los consejos de guerra, cuando no llegaban a alguna decisión unánime, existía un grupo de mujeres que intervenían para dar su fallo final, ese puesto era el más respetado y codiciado, solo lo ocupaban las mujeres más sabias del clan.
Si acaso una mujer llegaba a cometer una injusticia con su familia, no era castigada pero se ganaba el repudio de su gente y eso era lo peor que podía pasarles, su honor era lo único que las podía conectar con la Madre Tierra.
I
Cuidado, todos mentimos
Pero yo digo la verdad.
La matemática aburre
Pero nos da de comer.
En cambio la poesía
Se escribe para vivir.
A nadie le gusta hacerse
Cargo de los vidrios rotos.
Se escribe contra uno mismo
Por culpa de los demás.
¡Qué inmundo es escribir versos!
El día menos pensado
Me voy a pegar un tiro.
II
Todo me parece mal
El sol me parece mal
El mar me parece pésimo.
Los hombres están de más
Las nubes están de más
Basta con el arcoíris.
Mis dientes están cariados
Ideas preconcebidas
Espíritu inexistente.
El sol de los afligidos
Un árbol lleno de micos
Desorden de los sentidos.
Imágenes inconexas.
Sólo podemos vivir
De pensamientos prestados.
El arte me degenera
La ciencia me degenera
El sexo me degenera.
Convénzanse que no hay dios.
Composiciones, Nicanor Parra
Cabalgo sobre sueños innecesarios y rotos
Prisionero iluso de esta selva cotidiana
Y como hoja seca que vaga en el viento
Vuelo imaginario sobre historias de concreto
Navego en el mar de las cosas exactas
Voy clavado en momentos de semánticas gastadas;
Y cual si fuera una nube esculpida sobre el cielo
Dibujo insatisfecho mis huellas en el invierno
Ya que yo no tengo tiempo de cambiar mi vida
La máquina me ha vuelto una sombra borrosa;
Y, aunque soy la misma puerta que han negado tus ojos
Sé que aún tengo tiempo para atracar en un puerto
Camino automático en una alfombra de estatuas
Masticando en mi mente las verdades más sabidas;
Y como un lobo salvaje que ha perdido su camino
He llenado mis bolsillos con escombros del destino
Sabes bien que manejo implacable mi nave cibernética
Entre aquel laberinto de los planetas muertos;
Y, cual si fuera la espuma de un anuncio de cerveza
Una marca me ha vendido ya la forma de mi cabeza
Ya que yo no tengo tiempo de cambiar mi vida
La máquina me ha vuelto una sombra borrosa;
Y, aunque soy la misma puerta que han negado tus ojos
Sé que aún tengo tiempo para atracar en un puerto
En tus manos solo seremos cenizas que cuando pongas tus ojos para vernos el viento ya nos abra llevado