Un corazón no es más que una bicicleta detrás de las costillas

“Un corazón no es más que una bicicleta detrás de las costillas” escribió la cuentista Lorrie Moore. La bicicleta, esa máquina de pedal, fue para las PRIMERAS MUJERES CICLISTAS la promesa de la LIBERTAD de movimiento y la expresión de que eran dueñas de sus cuerpos, de sus tiempos y rutas. A pedalazos se hicieron protagonistas de la CONTEMPLACIÓN y del VIAJE por el mundo. En el siglo XIX, estas pioneras subieron a sus bicis a pesar de las MALAS MIRADAS y a pesar de los CENSORES que decían que una mujer no debía llamar la atención en la calle. Cambiaron los corsés alambrados y los vestidos de más de seis kilos, entre enaguas e interiores, por prendas y pantalones ligeros que no oponían resistencias entre el cuerpo y el sillín. Nacieron clubes de mujeres ciclistas para rodar en grupo. Montar juntas en bici fue una nueva COMPLICIDAD. El movimiento sufragista de finales de la década de 1840 vio en la bicicleta un símbolo de CORAJE en una sociedad que se empeñaba en relegar a las mujeres a las tareas del cuidado y que insistía en la DEPENDENCIA de los hombres hasta para transportarse. Las mujeres ciclistas son capaces de lo extraordinario. Durante 15 meses, en 1895, Annie 'Londonderry' Cohen le dio la vuelta al mundo. Viajó de Boston a Francia, pedaleó por el Mediterráneo, llegó hasta Jerusalén y de ahí a Singapur. Las primeras carreras de mujeres llegaron a las ciudades colombianas desde los años veinte del siglo pasado. En el Parque Explora y el Exploratorio -taller público de experimentación- hacemos homenaje a las mujeres que encontraron AUTONOMÍA y EMANCIPACIÓN a dos ruedas. Sobre la bicicleta, quizás, han tenido lugar las mejores conversaciones consigo mismas y los duelos y hostilidades se han disuelto al estar en marcha.

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