Príapo, el dios maldecido con un falo gigante
Su mayor presencia era en el mundo rural, puesto que era el símbolo del instinto sexual, de la fecundidad masculina, y el protector de las huertas y jardines
Los falos grandes eran motivo de burla entre las clases altas y los artistas del periodo. « Ciegos humanos , semejantes a la hoja ligera, impotentes criaturas hechas de barro deleznable, míseros mortales que, privados de alas, pasáis vuestras vida fugaz como vanas, sombras o ensueños misteriosos», se burla de los cuerpos desproporcionados Aristófanes , autor de obras de teatro, en una de sus obras. No obstante, en otros grupos sociales, sobre todo en las regiones rurales, se destilaba la adoración a un dios grotesco de un enorme falo: Príapo, el dios que fue maldecido por los pecados de su madre.
Una curiosidad de Príapo es que estaba enemistado con los burros y los asnos. La leyenda dice que, tras la victoria de los dioses contra los titanes, se organizó un gran banquete para celebrarlo al que acudieron todas las deidades del Olimpo. Hestia, diosa de la hoguera y el hogar que se mantenía pura y virgen, bebió demasiado y decidió ir al bosque para dormir tranquila pero Príapo la encontró. Cuando el dios fálico estaba a punto de violarla, un burro los vio y rebuzno hasta que despertó a Hestia, que se libró del dios y fue a denunciarlo ante los demás. A Príapo se le prohibió volver a ningún otro banquete de los dioses y, enfadado, mató al burro y declaró su odio contra esa raza. Otra versión dice que Príapo mantuvo un duelo dialéctico con un burro que tenía la capacidad de hablar y al que también acabó matando. Es por esto que, durante las ofrendas y ceremonias que se hacían en su honor, eran comunes los sacrificios de burros y asnos para Príapo.