Torvo Escorpión.

Torvo Escorpión. Eusebio Ruvalcaba

Se una mesa a otra nadie se mira en una cantina se mira al suelo a la nada. Porque nadie se siente orgulloso de estar hay como si fuera un abanderado. O un hombre que recibiera un premio. Un hombre solitario mira hacia, abajo donde anidan los insectos ahí se puede encontrar con alguien con los mismos ojos que el: una cucaracha, una rata, un perro callejero. No se puede buscar la mirada de los hombres en una cantina. Porque es posible toparse con la mirada de un santo O de alguien deseoso de ajustar cuentas. Raro es mirarse encontrar la mirada de un soñador. De un hombre que vive esperanzado. De alguien que espera con ahinco el día de mañana. En una cantina. Nadie se siente orgullo de ser lo que es. Estoy pensando en el bebedor solitario. No del que se jacta a gritos sus grandes triunfos. Estoy pensado en el bebedor solitario que comparte su bebida con el fantasma que lo acompaña noche tras noche. Con la mujer que se imagina al lado. Esa que siempre ha amado y que ni en su imaginación ha sido suya. Justo el. El que se sienta en el mismo lugar. En el mismo rincón. Que esconde su mirada. Como si se avergonzara. COMO SI ESA MIRADA LA HUBIERA ROBADO ALGUIEN. Y temiera que se la fueran arrebatar. Estoy pensado en ese hombre. Con el que no dan ganas de sentarse a beber. Que todos prefieren ignorara o pasar de largo. Ese que nadie le gustaría ser. Aun que si ese nadie se mirara. En lo mas profundo. Se llevaría una sorpresa.

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