Postinternet y el valor de los formatos digitales

El acceso a internet, sin duda, representa una de las necesidades básicas contemporáneas. A 30 años del lanzamiento del protocolo WWW, el internet ha visto diversos cambios en su estructura y la forma en la que crea redes fuera de las pantallas. Si bien la utopía del internet temprano - aquella que prometía acercarnos a la aldea global imaginada por Arthur C. Clarke en El Centinela, así como el acceso a la información y el poder compartir opiniones sin censura - dejó de ser vigente hace unos años, es claro que el internet ha permeado prácticamente todas las áreas de la interacción humana. Esto último apunta a cómo muchos de los elementos, tanto estéticos como ideológicos, que se gestaron dentro de esta red de redes ahora se desbordan fuera de la pantalla para materializarse a través de diversos objetos, imágenes, gestualidades, sonidos e incluso comportamientos. Ejemplo de lo anterior son los postulados del postinternet que a partir de principios del S.XXI han hecho presencia dentro de libros como All-to-one: The Winning Model for Marketing in the Post-Internet Economy (2001) de Steve Luengo-Jones y The Future of Marketing: Practical Strategies for Marketers in the Post-Internet Age (2002) de Cor Molenaar para hablar acerca de cómo el internet se transformó en el espacio más fértil para la publicidad y el comercio. Sin embargo, esta no es la única área en la que se piensa al postinternet y sus implicaciones dentro la forma en la que expandimos nuestra comunicación, producción cultural y espacios políticos. Hacia 2006 la artista estadounidense Marisa Olson empieza a emplear el término postinternet para referirse a su producción, y la de muchos otros, quienes utilizan al internet como materia prima para el desarrollo, principalmente, conceptual de su obra. Aquí empezamos a ver un desprendimiento de la pantalla, pues no toda la producción entendida dentro del postinternet tiene un formato digital sino que se plantea como punto de partida y, en muchos casos, se busca que el formato final se revele en estado físico. Así como establece Louis Douglas haciendo referencia a Marisa Olson “[la definición de postinternet] reconoce que el arte de Internet no puede seguir siendo distinguido como algo estrictamente basado en las computadoras o en Internet. Este debe, sin embargo, ser identificado como cualquier tipo de arte que esté, de un modo u otro, influido por Internet y los medios digitales.” (Douglas 2011).

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