EPITAFIO02
El poeta vivió, a veces, alegre como un pájaro,
enamorado, despreocupado y tierno.
Otras fue sombrío y errático, como un triste pierrot.
Un día la muerte golpeó a su puerta.
«Señora, dejadme urdir las rimas de mi último soneto»,
y luego, impasible, colocó su cuerpo tembloroso en el fondo de un helado ataúd.
Dicen que fue holgazán, errático e ilusorio,
Que dejaba secar la tinta en su escritorio.
Todo quiso saberlo y al final nada supo.
Esa noche de invierno, cansado de esta vida, dejó escapar el alma de la carne podrida
y se fue preguntando: «¿Para qué habré venido?»
Gerárd de Nerval
La obra de Nerval, que podría ser considerado el primero de los poetas malditos, influyó, entre muchos otros, a Baudelaire, Verlaine y Rimbaud. Fue también, y esto no solo por su escritura sino por su forma de vida, un lejano precursor del movimiento surrealista.
La falta de reconocimiento, la acumulación de algunas tragedias personales, el acecho permanente de la locura y el agobio de las deudas, lo llevaron a quitarse la vida en una de esas callejuelas de Paris que tanto le gustaba recorrer de madrugada. Un día antes había dejado una nota a la tía que generosamente le brindaba alojo: «no me esperes, la noche será larga, oscura y blanca»