el revolucionario mozambiqueño-griego Dimitri Tsafendas
asesinó al arquitecto del apartheid, el primer ministro sudafricano Hendrik Verwoerd, apuñalándolo durante una sesión parlamentaria. Tsafendas estaba en ese momento trabajando en el edificio del Parlamento.
A pesar de la valentía de su acto, los líderes antiapartheid y su propia familia se distanciaron de Tsafendas tras el asesinato. En su declaración a la policía fue claro sobre sus motivos y señaló que "creía que con la desaparición del primer ministro sudafricano se produciría un cambio de política... Estaba tan asqueado de la política racial que llevé a cabo mi plan de matar al primer ministro".
Sin embargo, las autoridades decidieron alegar que estaba enfermo mentalmente para no admitir que su seguridad había sido vulnerada. Además, Tsafendas, bajo tortura y enfrentándose a la pena de muerte, acabó accediendo a declararse demente. Así que posteriormente fue declarado no culpable de asesinato por motivos de locura, y enviado a un hospital psiquiátrico de seguridad. Sobrevivió para ver el final del régimen del apartheid, pero trágicamente el nuevo gobierno del Congreso Nacional Africano no ordenó su liberación. Murió bajo custodia en 1999.