El dia despues de la fiesta inolvidable
Los ladridos de una jauría se muestran como salvas en honor a un antiguo maestro del escape, que no era yo. Los perros tomaron distancia del eco que ellos mismos emiten contra objetos difusos. Temen ser despojados de las posibilidades de comunicación cuando un boomerang de aire devuelve cirta fuerza la sonido de su soledad. Una criatura de carne y huesos sorprende, da siempre mas o menos de lo que se espera. Ese tampoco soy yo. Por lo general, no estoy presente al momento del idintikit; eso es tarea de gente con talento. La palabra grito es un grito; y la palabra flor es una flor. Hay gente que la detesta pero lo que mas ama es su nombre. Edemas no tolera los gritos pero si reubicarlos. A penas se toca el mundo, el acto se evapora ya con gesto unido a la molécula de las ficciones, y la chispa que supiste a pagar ahora se levanta húmeda a la espera del primer calor de verano. De ese modo, instaurar nuevos contactos con la realidad no destruye lo imaginario. Ese no era yo querida ¿en que forma debo decírtelo? El llamado de la jauría es menos su código de relaciones que el recurso que supone agruparse en defensa propia.