BREVE EPISTEMOLOGÍA DEL SÓTANO
A diferencia de las viviendas en los países del ventajosamente llamado "Primer mundo", he notado que en mi país, la mayoría de las casas, no tienen sótano. Siempre me he preguntado por qué; probablemente la razón sea que ya no estamos de humor para más sepulturas, para más recovecos clandestinos que nos recuerden, ante la mínima provocación, que somos una región hundida, de caso cerrado, históricamente enterrada. No tenemos sótanos porque no queremos más obscuridad, mucho menos añoramos más humedad, miseria putrefacta y marginación; o tal vez, en última instancia, no tenemos sótanos, puesto que hemos acumulado ya varias reencarnaciones a varios metros bajo tierra, agusanados y sin mayor pulcritud que la que nos otorga nuestra conciencia lumpen. ¿Sótanos?, inconcebible construirlos, mejor dicho, cavarlos; imposible planearlos en nuestra comarca, aunque somos expertos en ello: en todo lo que concierne al subsuelo, especialistas en lo que está prohibido mirar.
No se puede escarbar más en donde las moradas son ya una tumba.
—LMQF